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QUIÉN ES GÁLVEZ

por Rafael Heliodoro Valle

Me ha dicho Juan Manuel Gálvez, con palabras que no dejan lugar a duda: 

 

“¡Honduras, ante todo, sobre todo! En cada hondureño debe haber la seguridad de que vale. Tenemos y hemos tenido los mejores hombres de Centro América, sin que por eso nos sintamos con ese inútil complejo de superioridad que hace tanto daño a ciertos pueblos. Una de mis preocupaciones es la de que los hondureños se eleven para que Honduras sea fuerte en todos sentidos. 

 

¡Las gentes esperan que todo se los haga el Gobierno! Debemos estimular la iniciativa privada, que tanto bien le hace a otros países.” 

 

 

PERFIL 

En unas cuantas líneas podría trazarse el perfil de su personalidad. Muchos, después de que le han oído en el corrillo o en la fiesta, han quedado convencidos de que es un hombre de poderosa simpatía humana. La sencillez, su envidiable buen humor, su discreción, su espíritu de tolerancia, la serenidad sin ostentación, son sus mejores cualidades de hombre. Tiene una memoria prodigiosa. Es uno de los dos o tres hondureños que conocen mayor número de nombres, de sucesos, de cosas particulares. Ante su imaginación pasan continuamente los hechos de que han sido testigo, los rostros de sus amigos muertos, las preguntas que le avivan el deseo de servir a sus conciudadanos, de ayudar a que el nombre de Honduras se leve gracias al trabajo, la amistad, la mirada hacia el futuro, tomando del pasado únicamente lo bueno. 

 

En la madurez de su vida Juan Manuel Gálvez ni siquiera se enorgullece de su salud cabal. A ratos parece un muchacho que se divierte en relatar una anécdota, hacer un gracioso comentario, recordar lo noble y lo grato. Y siendo el primero en un grupo de amigos que conversan, prefiere ser tan solo uno de ellos, y aunque la mesa sea redonda, es fácil distinguirlo. 

 

Charlar con sus amigos, atenderlos con sobria cortesía, iniciar de mañanita sus tareas, ir y venir a pie por los caminos; a veces de cacería; en otros para disfrutar de la belleza de los paisajes, contestar las cartas, aunque sea con sólo dos líneas; Gálvez tiene tiempo para todo, y está aquí y allá, sin apuntar lo que debe hacer cada día, confiando todo a su excelente memoria. 

 

DE DÓNDE VIENE 

Los padres de Juan Manuel Gálvez fueron don José María Gálvez y doña Benita Durón. Su padre, hijo de don Manuel Gálvez, un hombre que sobresalió por su honradez diamantina, fue abogado y ganó mucha experiencia como Juez, Diputado Magistrado y Registrador de la Propiedad Inmueble; y su bisabuelo fue don José María Gálvez Soto, procurador, que se hizo famosos por sus aforismos: 

 

“Para ganar los pleitos hay que tener: pasos largos, bolsa abierta y boca cerrada” 

 

“¡Tener justicia, saberla pedi y que se la quieran dar! 

 

Con tantos honrosos antecedentes de familia, se explica que Juan Manuel Gálvez ha sido Juez de Paz y Juez de Letras, Fiscal de la Corte Suprema, Consejero y Colaborador de dos Presidentes, y lo demás. 

 

Tuvo entre sus maestros universitarios a los Doctores Marcos López Ponce, Ricardo Pineda, Antonio Reina y Leandro Valladares; ganó siempre las más altas calificaciones. Antes de ser universitario, había hecho estudios en Juticalpa, en donde fué compañero de Alfonso Guillén Zelaya, y en la Universidad, lo fué de Salatiel Rosales y Abel López Osorio. 

 

Juan Manuel Gálvez tiene dos preocupaciones: entregar a los hondureños los bienes posibles de la cultura y darles caminos y fuentes de trabajo. Y una tercera, muy importante: defender siempre la soberanía de Honduras, luchando porque todos los hondureños olviden las viejas diferencias y trabajen por el progreso y la paz de la República. 

 

UNA GRAN ESPERANZA 

Hay que ayudar a este hondureño cien por ciento. Hay que tener fe en que hará mucho bien a Honduras. Representa una gran esperanza, y todos —excepción de cuatro o cinco intransigentes— confían en que sabrá ser digno de esa esperanza. Acaso nadie ha llegado a la Presidencia de Honduras rodeado de tantos problemas, pero con tan buenos augurios, como este modesto hondureño. Honduras confía en él, Le van a salir al encuentro horas muy difíciles; pero su decisión y su serenidad, y el optimismo de más de un millón de hondureños, serán sus armas poderosas. Que así sea, y que al final de la jornada su nombre resplandezca dentro de los hondureños que con palabras y con hechos trabajaron por la gloria de Honduras. Los que le hemos acompañado en la lucha para que llegara al Solio Presidencial ¿qué más podríamos querer? 

Muchos, después de que le han oído en el corrillo o en la fiesta, han quedado convencidos de que es un hombre de poderosa simpatía humana. La sencillez, su envidiable buen humor, su discreción, su espíritu de tolerancia, la serenidad sin ostentación, son sus mejores cualidades de hombre.

Juan Manuel Gálvez tiene dos preocupaciones: entregar a los hondureños los bienes posibles de la cultura y darles caminos y fuentes de trabajo. Y una tercera, muy importante: defender siempre la soberanía de Honduras, luchando porque todos los hondureños olviden las viejas diferencias y trabajen por el progreso y la paz de la República. 

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